Los aditivos alimentarios han sido aliados clave de la industria durante décadas. Gracias a ellos, los productos logran extender su vida útil, mejorar sabor, color o textura, y mantenerse estables durante el transporte y almacenamiento. Sin embargo, la creciente preocupación por la salud y la preferencia por alimentos más “naturales” ha reavivado el debate: ¿es mejor optar por aditivos naturales o sintéticos?
En Panamá y en gran parte de Latinoamérica, esta discusión cobra cada vez más relevancia ante el auge del movimiento clean label (etiquetas limpias) y la exigencia de mayor transparencia en el etiquetado. Comprender las diferencias entre ambos tipos de aditivos, sus implicaciones regulatorias y la percepción del consumidor es fundamental tanto para fabricantes consolidados como para emprendedores.
¿Qué son los aditivos alimentarios?
De acuerdo con el Codex Alimentarius, los aditivos son sustancias añadidas intencionalmente a los alimentos para cumplir funciones tecnológicas específicas, como conservar, colorear, espesar, endulzar o estabilizar.
Se clasifican principalmente en dos grupos:
- Aditivos naturales: extraídos de fuentes vegetales, animales o minerales (ejemplo: extracto de romero, ácido cítrico de frutas, lecitina de soya).
- Aditivos sintéticos: producidos en laboratorio, aunque algunos son equivalentes a compuestos presentes en la naturaleza (ejemplo: sorbato de potasio, benzoato de sodio, tartrazina).
Ambos pueden ser seguros si se utilizan dentro de los límites permitidos. Sin embargo, el consumidor suele inclinarse hacia lo natural, asociándolo con menor riesgo, aunque la evidencia científica no siempre confirma esa percepción.
Eficacia tecnológica: ¿son igual de funcionales?
Históricamente, los aditivos sintéticos han predominado en la industria por su alta eficacia, estabilidad y menor costo. Algunos ejemplos:
- El nitrito de sodio protege contra Clostridium botulinum en carnes curadas, mientras que alternativas naturales requieren mezclas complejas y no siempre ofrecen el mismo nivel de seguridad.
- Los colorantes sintéticos como la tartrazina o el rojo allura logran intensidades y estabilidad difíciles de replicar con extractos naturales.
Los aditivos naturales, en cambio, presentan retos: mayor sensibilidad a la luz, calor o pH, y variaciones entre lotes. Aun así, la innovación tecnológica ha potenciado su rendimiento, con opciones como antioxidantes de tocoferoles o conservantes derivados de fermentaciones lácticas, cada vez más competitivos.
Regulación y aprobación
En Panamá, el uso de aditivos está regulado por el Ministerio de Salud, siguiendo los lineamientos del Codex Alimentarius, el RTCA 67.04.54:18 Alimentos y Bebidas Procesadas. Aditivos Alimentarios, como también marcos internacionales como los de la FDA (EE.UU.) y la EFSA (Unión Europea),
Tanto naturales como sintéticos deben:
- Estar aprobados por la autoridad competente.
- Usarse solo en alimentos autorizados.
- No superar los límites máximos establecidos.
- Declararse en la etiqueta con su nombre funcional y específico (ej. conservador: sorbato de potasio).
En Europa, varios colorantes con número E fueron restringidos por posibles efectos adversos, como la hiperactividad infantil, lo que aceleró la demanda de alternativas naturales.
¿Qué prefiere el consumidor?
La percepción del consumidor está clara: los productos “sin aditivos artificiales” ganan terreno.
- Una encuesta de Nielsen (2020) reveló que más del 65% de los latinoamericanos prefieren alimentos con ingredientes reconocidos como “naturales”.
- En Panamá, cada vez más supermercados resaltan en sus góndolas productos libres de colorantes y conservantes artificiales.
No obstante, eliminar aditivos sin un reemplazo adecuado puede comprometer la seguridad del alimento, algo crítico en climas cálidos y con cadenas logísticas largas como las de Centroamérica.
Recomendaciones para la industria alimentaria
- Evalúa antes de sustituir: no todos los aditivos naturales cumplen la misma función que los sintéticos, y pueden alterar sabor, textura o vida útil.
- Verifica la normativa vigente: especialmente si planeas exportar. Cada mercado puede tener restricciones específicas.
- Sé claro en el etiquetado: comunicar “sin conservantes artificiales” no equivale a “sin conservantes”. La transparencia genera confianza.
- Sustenta con evidencia: valida tus cambios mediante estudios técnicos, fichas de producto y pruebas microbiológicas.